AUTOR DEL BLOG DE LA UNIVERSIDAD DE DOGOMKA

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El cielo me ha fascinado desde que tuve uso de razón. A los 13 años de edad realicé un trabajo acerca del Sistema Solar en la escuela y gané un premio junto con mis compañeros Juan, Eugenio, Fernando y Modesto, mi tía Paqui me obsequió con mi primer libro de astronomía, escrito por José Comás Solá, estudiando este libro, nace mi vocación por la astronomía. Cada noche salía al campo para identificar y conocer las estrellas, solía llevar conmigo unos binoculares y pasaba largas horas viendo el firmamento. Mi madre me regaló mi primer telescopio. Me formé como matemático y estudié complementos de astronomía posicional y astrofísica teórica, colaboré escribiendo artículos tanto en inglés como en español para tres revistas: «Sky and Telescope» (EE.UU.); «The Astronomer» (R.U.) y «Tribuna de Astronomía» (España) entre 1982 y 1988. Actualmente tengo 60 años y estoy estudiando un posgrado sobre Historia de la Ciencia y la Tecnología, Filosofía de la Ciencia y Lógica en la UNED, estoy prejubilado.

sábado, 4 de octubre de 2025

LOS NOMBRES DE LAS ESTRELLAS




BUSCANDO NOMBRES DE ESTRELLAS DESESPERADAMENTE

Desde muy niño siempre sentí una profunda fascinación por la contemplación de los cielos, sea de día o de noche, el cielo siempre ha sido mi lugar de predilección.

Si es de día, las nubes y sus caprichosas formas, su evolución, el sol, los fenómenos meteorológicos, causaban en mí muchas emociones desde la admiración de la belleza cromática hasta sentir terror ante relámpagos, rayos y tormentas aparatosas. De joven, tuve la suerte de poder quedarme con una de las habitaciones de la casa de mis padres cuya ventana daba al este, así, dormía desde mi cama mirando el gran ventanal al que descorría cortinas y persianas, lejos estaba en el horizonte el Cerro de San Juan y nada más, el cielo, cubierto de estrellas, así mientras me quedaba dormido las veía,  a veces  despertaba en mitad de la noche, algo que me sucedía con frecuencia, y alzaba la vista para contemplar cómo iba evolucionando el cielo nocturno, veía como las constelaciones se iban desplazando hacia arriba a medida que pasan las horas o hasta ver aparecer la luna en alguno de sus cuartos o el Lucero del Alba (Venus) y los primeros rayos del Sol, pues me despertaba con el amanecer y el canto de los gallos de mi vecina Carmen. Fueron mis años de juventud, tenía entre 13 y 18 años de edad. 

Pero la magia terminó cuando el ayuntamiento decidió instalar lámparas en la calle a la que da mi ventana.  Esa lámpara junto a mi ventana me impedía contemplar las estrellas, sólamente podía ver la Luna y algún que otro planeta, o estrella de primera magnitud, que escasean mucho. Además, cada verano me veía obligado a cerrar las ventanas a pesar del calor, pues los insectos se colaban, a medida que avanzaron los años, todo se volvió cada vez peor y observar el cielo era una especie de misión imposible y así decayó mi afición, tengo mi telescopio guardado y hace años que no lo saco.

Cada vez hay más luces artificiales, no sólo en las ciudades, sino en los pueblos, en los caminos, las carreteras, anuncios publicitarios en mitad de la nada, centros comerciales espantosamente luminosos y desde entonces he sentido que deliberadamente, me han robado el cielo, tanto es así, que viviendo en un pueblo en plena Sierra Nevada, el cielo está profundamente contaminado por la luz artificial y me tengo que conformar con mirar a las estrellas más brillantes hasta la tercera magnitud, el telescopio ya ni lo uso, pues el fondo aparece blanquecino, no hay una oscuridad que haga resaltar a las estrellas y el uso principal es para ver los planetas o la Luna.

Mi padre, marinero de profesión, pudo responderme a algunas preguntas que tenía sobre el cielo y así aprendí a reconocer el Carro de la Osa Mayor, la estrella Polar, las orientaciones, las fases de la Luna o qué son los rayos y truenos, las nubes, el arco iris y por qué llueve o nieva. Los vientos y sus nombres, los colores del cielo y su relación con el mar. Gracias a esos paseos nocturnos a los que mi padre me tenía acostumbrado tras cada cena,  él y yo caminábamos juntos por las calles escasamente iluminadas que permitían contemplar el firmamento y nuestras conversaciones fueron maravillosas, apenas tenía entre 7 y 11 años de edad, los veranos eran maravillosos pues el paseo nocturno se prolongaba hasta la hora de ir a dormir.

Nació en mi, mi adhesión al cielo y a la naturaleza, pues durante el día y si no tenía colegio o ninguna obligación que realizar, disfrutaba contemplando las ardillas, musarañas, lagartos, salamandras, sapos, ranas, luciérnagas, libélulas, pájaros de toda clase, mis preferidos, los robins (petirrojo), urogallos, alondras ¡y hasta alguna que otra gaviota!, ciertamente fue mi infacia una infancia feliz y las estrellas siempre han sido mis amigas,  pues siempre están noche tras noche, esperando a que las saludemos. Llegué incluso a mirar a las estrellas para buscarlas entre nubes y verlas surgir por algún hueco en mitad de una tormenta.

Recuerdo que allá por la década de 1970 casi nadie conocía el nombre de una sola estrella, mi padre, marino de profesión me inició a reconocerlas y me señaló a la estrella Polar, que más que un nombre, es un título, pues la estrella Polar lo es hoy en día, pero dentro de varios miles de años, otras estrellas serán las polares así como en tiempos de los egipcios, la estrella Thubán, la alfa del Dragón fue la estrella polar de ellos.

Le pregunté... «Pero si las estrella [polar] tiene un título, es como ser Rey, Marqués, Conde o cualquier otro título, cuando alguien quiere identificarla, tiene que tener un nombre..., como por ejemplo Juan, Miguel, Pablo...»

Mi padre contestó: «Todas las estrellas náuticas tienen un nombre propio y la estrella polar, en realidad se llama CINOSURA, pero nadie la llama así»

Cuando tenía 14 años de edad, visitando la Casa de la Cultura de Málaga, encontré un magnífico volumen sobre ASTRONOMÍA NAUTICA y pude descubrir una lista de los nombres de 57 estrellas brillantes, de primera magnitud que tienen informados el ángulo sidéreo y su declinación, las coordenadas celestes para ayudar al uso del sextante y así conocer la latitud y rumbo de la nave, que adjunto en el margen derecho del texto.

Nombre    Ángulo sidéreo   Declinación  
Acamar316°S 40°
Achernar336°S 57°
Acrux174°S 63°
Adhara256°S 29°
Aldebarán291°N 16°
Alioth167°N 56°
Alkaid153°N 49°
Al Nair28°S 47°
Alnilam76°S 1°
Alphard218°S 9°
Alphecca126°N 27°
Alpheratz358°N 29°
Altair63°N 9°
Ankaa354°S 42°
Antares113°S 26°
Arcturus146°N 19°
Atria108°S 69°
Avior234°S 60°
Bellatrix279°N 6°
Betelgeuse271°N 7°
Canopus264°S 52°
Capella281°N 46°
Deneb50°N 45°
Denébola183°N 15°
Diphda349°S 18°
Dubhe194°N 62°
Elnath278°N 29°
Etamin91°N 51°
Enif34°N 10°
Fomalhaut16°S 30°
Gacrux173°S 57°
Gienah176°S 17°
Hadar149°S 60°
Hamal329°N 23°
Kaus Australis84°S 34°
Kochab137°N 74°
Markab14°N 15°
Menkar314°N 4°
Menkent148°S 36°
Miaplacidus221°S 70°
Mirfak309°N 50°
Nunki77°S 26°
Peacock54°S 57°
Pollux244°N 28°
Procyon245°N 5°
Rasalhague97°N 12°
Regulus208°N 12°
Rigel282°S 8°
Rigil Kentaurus140°S 60°
Sabik103°S 16°
Schedar350°N 56°
Shaula97°S 37°
Sirius259°S 17°
Spica159°S 11°
Suhail223°S 43°
Vega81°N 39°
Zubenelgenubi138°S 16°
En los colegios, hoy en día, suelen  ha-blar sobre algunas estrellas enseñando su nombre tradicional, tal es el caso de SIRIO, ANTARES, ALDEBARÁN, ARTURO, ALTAIR /altaír/, DENEB, CAPELLA /kapél.la/, CANOPUS,      ACHERNAR     /ákernar/, BETELGEUSE, PROCIÓN, CÁSTOR, PÓLLUX /pólux/, RÉGULO, VEGA O FOMALHÁUT /fomaláut/, que son las más populares y brillantes del cielo.

Es bueno ir a algún museo de la ciencia o planetario   para   aprender   mucho  más sobre   las  estrellas  y  sus  nombres,  sus mitos y sus tradiciones, esta  es  la  razón de ser  de  este  blog  de  la  UNIVERSIDAD DE   DOGOMKA  ,  aunque  haya   incluido muchos otros temas que nada tienen que ver con la astronomía.

Las estrellas más brillantes del cielo no llegan al centenar, tuve la paciencia de compilar una lista de estrellas tomadas de libros náuticos del Catálogo estelar del Observatorio de San Fernando en Cádiz y compilé 103 estrellas donde les puse la denominación Bayer, su nombre propio, magnitud aparente, si es doble (o múltiple) o es variable y su clase espectral, tenía 15 años y estaba fascinado por conocer todas las estrellas una a una, cada día, miraba al cielo y trataba de localizar aquellas cuyo nombre pude llegar a conocer a través de la biblioteca a la que iba, cada sábado por la mañana.

Mis amistades no veían con buenos ojos esta afición y me tomaban por un demente, nunca encontré gente a mi alrededor que tuviese curiosidad o desease conocer lo que yo poco a poco y por mi cuenta fui conociendo, al menos, hasta que alcancé los 18 años de edad, cambié de amistades y conocí nuevos amigos que sí respetaban mi afición y con los que solía ir de noche al campo para mostrarle las constelaciones, los nombres de las estrellas, hablarle de los mitos celestes y todo cuanto sabía por ese entonces, encontrando admiración y querencia, por primera vez en mi vida.


Mis padres tampoco entendieron mi fascinación por el firmamento y siempre vieron una pérdida de tiempo en esta actividad que cada noche, observaba desde la ventana de mi dormitorio o desde el porche, al parecer, sentían algo de pudor, pues los vecinos hablaban de que siempre me veían con unos prismáticos mirando al cielo por la noche, entonces, en esos años de la década de los ochenta, se popularizó mucho lo del fenómeno OVNI y creían que yo andaba a la caza y captura de naves alienígenas, no del todo cierto ni tampoco, completamente falso, la consecuencia fue la reputación, algo que nunca valoré en exceso.

Una vez, André Gide, un escritor francés dijo: «Quienquiera que se inicie en lo desconocido debe aceptar aventurarse solo» y así fue como comprendí que en mi aventura del saber no iba a tener a un acompañante.

Pero la vida ha cambiado mucho desde entonces, la astronomía se hizo popular allá por los noventa y surgieron muchas asociaciones de aficionados y hoy no es tan raro encontrarse con alguien mirando a través de un telescopio desde una terraza o azotea o incluso alguien que ha construido un observatorio casero en su azotea.

LOS CATÁLOGOS DE ESTRELLAS

Desde la antigüedad se han realizado catálogos y mapas estelares. La Uranografía es la ciencia de la cartografía celeste, el Almagesto de Ptolomeo (s. II)  y las Tablas Alfonsíes (s. XIII) fueron la base de los primeros catálogos-átlas estelares de la cultura europea, la civilización árabe enriqueció profundamente esta información aportando la mayoría de los nombres de las estrellas, que han pasado del árabe al griego, latín y a las lenguas europeas.

Paralelamente, existen otras uranografías, como la china, la india, la babilono-caldea o la inca, entre otras muchas culturas de todos los tiempos y de todo el mundo.

Sin embargo, la tradición occidental, muy enriquecida con la influencia de oriente a través de la cultura griega clásica que sirvió de nexo para unificar tradiciones estelares de Mesopotamia y Próximo Oriente, para ser heredadas por romanos, árabes y cristianos europeos, han conformado la cultura astronómica que hoy está en vigor y es aceptada internacionalmente, sin renunciar a las culturas y tradiciones locales como las chinas e indias, principalmente.

Muchos nombres de estrellas se han perdido por completo y se desconocen, hay desde el siglo XIX un afán por recuperar este conocimiento ancestral y Richard Hinckley Allen (1838-1908) fue pionero en este estudio de la uranografía histórica, publicando su libro de referencia: Star Names, their lore and meaning (los nombres de las estrellas, tradición y significado) en 1899, a pesar de no ser un erudito, tan sólo era un aficionado a las estrellas como yo y todos ustedes, él se interesó por este tema y dedicó gran parte de su vida a leer en las bibliotecas, contactar con eruditos en la materia (folclorístas, filólogos, antropólogos, historiadores, geógrafos,...) que le brindaron su ayuda y tomando como fuente secundaria los diversos apuntes, los organizó y los expuso constelación por constelación, informando de las diversas etimologías de los nombres de las más importantes estrellas, tanto de la tradición occidental, fundamentada en la árabe, como en la china, hindú y de otros pueblos y culturas, dejando una obra que para mí, en lo personal, es todo un clásico y que en este blog de la UNIVERSIDAD DE DOGOMKA, pongo información partiendo de este manual que traduzco desde el inglés al español.

Lo bueno de leer en este blog, es que mi exposición es sucinta y clara y te ahorras muchas horas en consultar libros e interpretar los datos según la fuente que utilices, incluyendo además mi propia experiencia y saber en la materia y sobre todo, poner a disposición de los hablantes de español este conocimiento, objetivo y científico, que es difícil de encontrar, al menos, de manera fidedigna.

DENOMINACIÓN BAYER

Johann Bayer (1572-1625), abogado alemán y uranógrafo, diseñó un átlas celeste muy célebre llamado Uranometria y publicado en 1603. Su título completo es:  «Uranometria: omnium asterismorum continens schemata, nova methodo delineata, aereis laminis expressa» (Uranometría, todas las constelaciones están contenidas en las cartas con una nuevo método de delineación y grabadas sobre láminas de cobre).

Bayer en este átlas, además de ofrecer un trabajo de calidad, realizó una compilación completa de toda la bóveda celeste estableciendo una nomenclatura para nombrar a las estrellas.

Los nombres tradicionales de las estrellas eran escasos, apenas llegaban a unas decenas y había mucha confusión en ellos, muchos nombres se repiten y para cada estrella había varios de nombres incluso, otras estrellas importantes, su nombre tradicional se desconocía (y aún hoy en día, se desconocen, llegándose a tomar de la tradición china, como por el ejemplo el caso de la estrella CIH la Gamma de Casiopea, nombre chino procedente de Tsih y que su nombre tradicional clásico es desconocido -se perdió en el tiempo y en esos papeles que fueron destruidos como tantas cosas fueron destruidas- por los católicos.

Cada estrella era catalogada en función del brillo, desde la más brillante, a la que se le daba la primera categoría, o magnitud 1.ª, desde tiempos de Ptolomeo (s. II) en la Grecia helenística, se había establecido seis jerarquías para catalogar las estrellas por su brillo desde 1 hasta 6, de más brillante a más débil para la observación a simple vista.

Bayer en cada constelación ordenó las estrellas por su brillo y tomó las letras minúsculas del alfabeto griego para irla nombrando desde la mas brillante: Alfa, beta, gamma, delta, ... hasta la más débiles: fi, ji, psi, omega, pero esto no fue una regla bien respetada.

A continuación y en latín, el idioma académico oficial de la modernidad, indicaban la pertenencia a la constelación: «de, de la, del» y para eso, al nombre de la constelación en latín y caso nominativo, lo ponía en caso genitivo.

Así, Alfa de la constelación de los Lebreles conocida como Corazón de Carlos, en latín se decía y se dice: Alpha Canum Venaticorum (COR CAROLI), siendo la mayoría de las estrellas, carentes de sus nombres tradicionales, esta nomenclatura fue realmente válida y al terminar el alfabeto, utilizó las letras minúsculas del alfabeto latino para continuar con las mayúsculas. De esta nomenclatura sólo nos  ha llegado la primera elección, el resto del modelo fue olvidado e incluso vetado, las letras del alfabeto latino ya no se usan en los catálogos de estrellas desde mediados del siglo XX.

LETRA MINÚSCULA DEL ALFABETO GRIEGO + GENITIVO LATINO DEL NOMBRE DE LA CONSTELACIÓN

   
Detalle del torso de ORIÓN de la Uranometría de Bayer, constelación ptolemaica lleva asignada cada  estrella una letra griega minúscula (para las más brillantes), letras latinas en minúscula y en mayúscula, a cada una de esta estrellas hay que añadirles ORIONIS (latín, genitivo) para indicar su pertenencia a la constelación de ORION (latín, nominativo).

Así, que es necesario ir aprendiendo el alfabeto griego y los nombres en latín de las 88 constelaciones tanto en los casos nominativo como genitivo, esto es un maravilloso ejercicio para trabajar la memoria, que las tecnologías al darnos tantas facilidades, nos están volviendo perezosos y acabamos por perder la capacidad de memorizar. En Memrise he realizado cursos relacionados con el tema de la uranografía histórica, realizar estos ejercicios ayudan a convertirse en un experto.

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Debido a que muchas mediciones de las magnitudes visuales de las estrellas eran inexactas e incluso incorrectas y por otro lado, hay estrellas que han variado su brillo a lo largo de los siglos, aunque manteniendo esta nomenclatura, no es fiable conforme a su principio de asignar a la estrella más brillante las primeras letras del alfabeto, encontrando muchos errores de nominación, pero aún así, se siguen aprendiendo los nombres tal y como en 1603 se pusieron en ese catálogo de estrellas.

Uranometria fue uno de los átlas celestes  más influyentes publicado en Augsburgo, Alemania. Contenía placas de cobre para cada una de las 48 constelaciones ptolemaicas, más una placa para las 12 nuevas constelaciones australes que se habían creado unos años antes a partir de observaciones realizadas durante la primera expedición comercial holandesa a las Indias Orientales. Esta fue la primera aparición de estas constelaciones australes en un atlas. Uranometria fue tan popular que se reimprimió ocho veces entre 1624 y 1689.

La principal fuente de Bayer sobre posiciones y magnitudes estelares para las constelaciones ptolemaicas fue el catálogo de Tycho Brahe de 777 estrellas publicado en 1602, ampliado por el catálogo del Almagesto y observaciones propias. En la primera edición de Uranometria, en el reverso de cada placa estaba impresa una tabla de estrellas de cada constelación. Fue en estas listas donde aparecieron las famosas letras griegas y romanas que identificaban las estrellas más brillantes. Ahora se las conoce como letras Bayer. (De hecho, la idea de escribir las estrellas no era del todo original, ya que el astrónomo italiano Alessandro Piccolomini (1508-1579) ya lo había realizado a través de su publicación sobre las estrellas fijas (De le stelle fisse) de 1540, pero el respeto que causó en todo el mundo la obra de Bayer le hizo prevalecer por encima de otras publicaciones, adoptándose su nomenclatura y que cuatrocientos años más tarde, se siga utilizando popularmente, aunque a nivel científico suelen usar ya otras nomenclaturas más específicas y procedentes de catálogos especializados de estrellas en detrimento de la tradición cultural astronómica.


Detalle de las nuevas constelaciones australes desconocidas por Ptolomeo y todos los europeos hasta bien entrado el siglo XVI, las estrellas están desprovistas de letras, pues Bayer no quiso realizar esta tarea al no disponer de suficientes datos tanto en magnitud como posición, dejándolo para los astrónomos que viajasen al hemisferio sur. En este dibujo puede observarse las constelaciones (de arriba a abajo y de izquierda a derecha) de: Grulla (GRUS), Indio (INDUS), PAVO,  Ave fénix (PHOENIX), Tucán (TUCANA) y la Hidra macho (HYDRUS), señala las Nubes de Magallanes (Nubecula maior y Nubecula minor) y la brillante estrella ACHERNAR (α Eridani), el delta de la desembocadura del Río Eridano que nace al pie del cazador Orión, en la carta lo escribe como ACARNAR.

Bayer no asignó letras a ninguna estrella de las nuevas constelaciones no ptolemaicas, siendo en 1845 realizada esta compilación a través del  Catálogo de la Asociación Británica por Francis Baily para las constelaciones boreales, así como a través de Coelum Australe Stelliferum de 1763 realizado por Nicolas Louis de Lacaille para las constelaciones australes, completada por Benjamin Could en su obra Uranometria Argentina de 1877.

Aunque el comienzo de la compilación del catálogo que realizó Bayer tuvo como objetivo denominar las estrellas en orden de brillo y orden alfabético, finalmente encontramos un pequeño caos, y la nominación fue alterada de una constelación a otra.

Sirvan algunos ejemplos, en la Osa Mayor las siete estrellas del Gran Carro estaban etiquetadas en orden de ascensión recta. En Géminis, las tres estrellas más brillantes estaban etiquetadas por declinación, de norte a sur; mientras que en Cygnus la secuencia de letras de las estrellas más brillantes sigue la forma general del asterismo. En muchas otras constelaciones, y particularmente entre las estrellas más débiles, no existe ningún patrón conocido para la distribución de las letras.

Como resultado de este proceso un tanto azaroso, en 16 constelaciones, la alfa de cada una de ellas no es la más brillante del grupo, como es el caso de las constelaciones de Cáncer (Cangrejo), Capricornio (La cabra de agua), Ballena, Cuervo, Copa, Delfín, Dragón, Gemelos (Géminis), Hércules, Balanza (Libra), Orión (El cazador), Pegaso, Piscis (Los peces), Flecha, Sagitario y Triángulo.

En las constelaciones más grandes, una vez agotadas las 24 letras griegas del alfa a la omega, Bayer recurrió a las letras romanas, empezando por la a mayúscula seguida de la b, c, d minúscula, etc. 

Hércules, con 48 estrellas, era la única constelación en la que llegó hasta la z. (Se omitieron las letras j y v, pero se incluyó o). No todas las estrellas trazadas en los mapas figuraban en el catálogo de Bayer, por lo que numerosas estrellas débiles en los mapas permanecieron sin nominar.

El catálogo de Bayer contiene un total de 1.164 estrellas nominadas. Hay estrellas que históricamente han sido compartidas por dos constelaciones contiguas y que aparecen en el Almagesto de Ptolomeo.

ALPHERATZ    se nominó como α andrómeda y δ pegasi

EL NATH           se nombró como β tauri y γ aurigae

Y las estrellas η bootis y ψ herculis son una misma

La autoridad de Bayer se mantuvo firme durante más de 300 años hasta que la Unión Astronómica Internacional en 1930 puso orden en el caos celeste, al menos desde el punto de vista de la nomenclatura estelar, los límites entre constelaciones y el establecimiento de un cánon para las constelaciones, así Delta Pegasi, Gamma Aurigae o Psi Herculis dejaron de existir definitivamente, también se encontraron otras duplicidades, el historiador Morton Wagman de los EE.UU. señaló que  Xi Arietis y Psi Ceti son una misma estrella y Kappa Ceti y Gamma Tauri, también. Así, desaparecieron las denominaciones de Psi Ceti  y Gamma Tauri en favor de las primeras.

Bayer también puso una misma letra a dos o más estrellas como fue el caso de la doble visual alfa capricorni, ambas denominadas como duplex, se denominaron igual. El escudo de Orión formado por seis estrellas eran las pi oriónidas, o la antigua constelación del telescopio de Herschel, hoy desaparecida e integrada en Cochero, son las psis en Auriga (la desaparecida constelación del Telescopio de Herschel), posteriormente, los astrónomos le asignaron un superíndice numérico para asignarlas de manera individual, asi encontramos π¹ , π²  , π ³ como ejemplo en el escudo de Orión.

Por otro lado, los errores de catálogo son numerosos y se trató de enmendar con la nueva impresión del Explicatio Characterum aeneis Uranometrias en 1624, pero los errores tipográficos se fueron reproduciendo en las sucesivas ediciones, por copiar y no comprobar.

El siglo XIX fue escenario de la confección de grandes catálogos de estrellas con sus posiciones y magnitudes, destacando el gran catálogo Bonner Durchmusterung (BD) confeccionado entre 1852 y 1862 efectuados por Argelander, Schönfeld y Krüger, en su primera parte, computando 324.198 estrellas del hemisferio boreal hasta parte del austral cercana al ecuador a -2º de declinación y en una segunda parte que continuó Schönfeld hasta la declinación -23º computando 133.659 estrellas más, posteriormente, este gran proyecto fue completado entre 1886 y 1914 en otras dos fases para el hemisferio austral a través del Observatorio de  Córdoba (Argentina) en una colaboración germano-argentina, bajo la coordinación de Krüger, quedando computadas 613.953 estrellas en la Córdoba Durchmusterung (CD)  totalizando 1.071.810 estrellas hasta la décima magnitud, aunque el BD no realizó totalmente el trabajo, llegando en muchos casos a valores de la 9.ª magnitud, quedando muchas estrellas entre la novena y décima magnitud sin catalogar. Con la introducción de la escala de magnitudes de Pogson, tuvo que recalibrarse las magnitudes consignadas en los catálogos, elaborando Müller y Kempf, del Observatorio de Potsdam, el Potsdamer Durchmusterung concluido en 1906. Bajo la dirección de Pickering fue elaborado entre 1879 y 1907 el catálogo de Harvard Revised Photometry (HR) para 9.110 estrellas. En 1887 en un congreso internacional celebrado en París se acordó mediante la participación de 18 observatorios de todo el mundo, la confección del primer átlas fotográfico del cielo cuya elaboración fue realizada en algo más de 50 años donde se llegaron a fotografiar más de 5 millones de estrellas y otro tanto de galaxias y nebulosas. Se descubrieron algunas propiedades fotométricas, por un lado, las estrellas que presentan un ligero color hacia el rojo, apenas impresionan la placa fotográfica y las que presentan un ligero color hacia el azul, la sobreimpresionan, presentándose más brillantes que como son vistas a través del ojo. Las placas fotográficas tienen una sensibilidad espectral que aumenta hacia la región azul-violeta del espectro visible, disminuyendo en la región opuesta anaranjada-roja, sensibilidad que difiere de la del ojo humano que posee una sensibilidad espectral más proporcionada y menos pronunciada entre colores, dato a tener en cuenta a la hora de tabular las estrellas fotografiadas e indicar su magnitud, en este caso, fotográfica y no visual.

En este blog, a través de la serie de CONSTELACIONES, como «La constelación de X como nunca la has visto», que aunque no está completa y posiblemente no tenga tanto tiempo -de vida- como para completarlas, buscaré la manera de ir consignando temporada a temporada, al menos, las más importantes y destacables de cada estación. En esta serie hago una enumeración y descripción de las estrellas denominadas por Bayer, desde la alfa hasta la omega (siempre que existan). 

Para buscar las constelaciones publicadas, en el margen izquierdo, deslízate inferiormente hasta encontrar cada serie. Generalmente, una constelación puede abarcar entre 5 y 10 entradas, que aparecen agrupadas y anexionadas.

Puedes proponer constelaciones no tratadas, para ello, comenta.







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