AUTOR DEL BLOG DE LA UNIVERSIDAD DE DOGOMKA

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El cielo me ha fascinado desde que tuve uso de razón. A los 13 años de edad realicé un trabajo acerca del Sistema Solar en la escuela y gané un premio junto con mis compañeros Juan, Eugenio, Fernando y Modesto, mi tía Paqui me obsequió con mi primer libro de astronomía, escrito por José Comás Solá, estudiando este libro, nace mi vocación por la astronomía. Cada noche salía al campo para identificar y conocer las estrellas, solía llevar conmigo unos binoculares y pasaba largas horas viendo el firmamento. Mi madre me regaló mi primer telescopio. Me formé como matemático y estudié complementos de astronomía posicional y astrofísica teórica, colaboré escribiendo artículos tanto en inglés como en español para tres revistas: «Sky and Telescope» (EE.UU.); «The Astronomer» (R.U.) y «Tribuna de Astronomía» (España) entre 1982 y 1988. Actualmente tengo 60 años y estoy estudiando un posgrado sobre Historia de la Ciencia y la Tecnología, Filosofía de la Ciencia y Lógica en la UNED, estoy prejubilado.

martes, 28 de agosto de 2012

23 Al_Jafid* y las pruebas de Dios

* Al Jafid es uno de los 99 sagrados nombres de Alá, en la religión musulmana, Al jafíd es una cualidad inherente a la naturaleza de Dios mismo, pues Él es el único que humilla a quien Él desea mediante su destrucción. Este nombre es el vigésimo tercero de la sagrada lista.

Al-Jafid significa: El que degrada, el que sanciona, el avasallador, el humillador.

Quienes ayunen tres días y al cuarto reciten de una sola vez este nombre 70.000 veces, Alá les librará de ser heridos por el enemigo.



Nadie tiene potestad para destruir y humillar a otros ante los ojos de Dios, pues quien así actúa, Dios los humillará y castigará enviándole pruebas que tendrá que superar en este mundo, en esta vida.

Aparentemente, Dios nos pone pruebas, pero las pruebas son el camino que hemos elegido.

De aquel que destruye y humilla a los demás, el humillado (sólo el humillado, ya que el destruido, destruido está) no percibe las sanciones que de Dios recibe, ya que el demonio pone un velo de ignorancia entre el humillador y el humillado. 

Aparentemente, los que destruyen, los que humillan son ensalzados.

Así, entre las personas, se establece una misma relación, donde la ignorancia es un velo que no permite reconocer que el otro es nuestro mayor enemigo, aunque sea nuestro propio padre, hermano, amigo, amante, hijo... 

Es de esa manera como nos pulverizamos unos a los otros, para contornear nuestras almas, hacerlas brillar y pulir en el entorno de máximo sufrimiento.

El orgullo es el velo de ignorancia que el demonio nos pone a cada uno.

El orgullo hace que el castigado sea capaz de aparentar su castigo, pues disimula su sufrimiento hábilmente hacia los demás y así, evitando la compasión de éstos, hace que nadie pueda acercarse a ellos, sin ser, a su vez, humillados o destruidos.

Sólo aquellos que sufren y los demás perciben, pues el demonio no les ha tapado cruelmente la faz, les llegará la compasión y solidaridad de aquellos que aún sienten amor en su corazón hacia el que sufre, entre los que se encuentra a Dios, propiamente.

LO QUE DICE LA BIBLIA CRISTIANA

Al carecer de orgullo, para los orgullosos, serán aquellos que carecen de amor propio, los que desean despertar la lástima en los demás, pero no es así, quien carece de orgullo, es limpio de alma y en ese momento, Dios lo ve y lo perdona, además, recompensándolo, tal y como hizo con el santo Job en el libro bíblico de las Lamentaciones.

En primer lugar, Dios permite que el pueblo que sufre diga todo lo que quiere decir. Dios escucha, sin interrumpir para consolar o corregir. Él no habla como un personaje más del Libro, su palabra es palabra Sagrada.

El sufrimiento de Job es claramente inmerecido. En los Salmos, el sufrimiento en algunos casos, es el resultado del pecado, en otros casos, el resultado de la maldad de los enemigos, y en otros casos es simplemente inexplicable. Pero a pesar de que el sufrimiento del pueblo de Jerusalén bajo la toma del imperio Babilónico, se reconoce que fue consecuencia de la degradación moral, social, y espiritual del pueblo. Lamentaciones acepta el castigo de Dios al mismo tiempo que retrocede ante su tremenda severidad.

¿Qué nos ofrece Lamentaciones el día de hoy?

Vivimos en un mundo que suceden cosas horribles, solo basta leer la prensa o ver el telediario por TV, Lamentaciones describe la realidad. Podemos y debemos unirnos en esa lamentación común para que Dios lo sienta a través de nuestro Ser.

Lamentaciones, es un contenedor de lágrimas y con ello, clamamos a Dios por aquellos que sufren tan terriblemente de los efectos del pecado y de la maldad inherente o externa, elevamos nuestras oraciones para ayudar a nuestro prójimo, hacemos de abogado de los infortunados, se es valiente, solidario y humano, abogando ante Dios mismo un juicio justo y el fin de la dolencia común y propia.

VISIÓN ORIENTALISTA

El camino elegido conlleva las pruebas. Toda prueba se supera con el sufrimiento, pues todo es sufrimiento, todo es dukha, como dijo Buda, se camine, no se camine, se elija o no se elija, el dolor está en nuestro interior y procede de lo que percibimos en el exterior, hasta una sonrisa tiene algo de dukha, las personas aparentan vidas felices y nos demuestran su alegría, pero cuando conocemos bien a esa persona, observamos su mirada y la contratamos con la amplitud de su sonrisa, a veces, la mirada es profundamente desoladora, ahí está el dukha, agazapado como enemigo natural a la espera de encontrar su oportunidad para hacernos sufrir, por ello, si el sufrimiento procede del deseo y por lo tanto, las pruebas no son directamente atribuibles a Dios, aunque el camino, diseñado está, no hay dos almas que transiten por uno igual, cada una elige, todos elegimos, debemos a aprender a elegir el camino cuyo tránsito no nos produzca más dolor del que ya contenemos, encontrar el camino de la paz, es vivir una vida justa y llena de virtudes, liberada de las malas acciones e incluso de las mismas acciones, porque toda acción tiene una reacción, a veces es mejor dejar pasar esos momentos para que no nos alcance, no implicándose, cerrando nuestros sentidos y nuestro intelecto hacia el paraiso interno que todos tenemos y que la meditación nos ayuda a conectar.

Cuando un alma ansía la liberación de su carga, tira ésta y cree haberse liberado, pero no es así, pues al tratar de elegir otro camino, se equivoca nuevamente, porque se encuentra con más dolor que antes, el universo es recurrente, insistente, nos vuelve a colocar en la misma tesitura una y otra vez, hasta que la superemos realmente, es la ley del Darma, son ruedas infinitas que con nuestra meditación personal y una vida virtuosa podemos hacer que vayan más lentas hasta hacerlas parar, en ese momento, sin que nadie nos diga nada, sentiremos la liberación, nada de lo que fue tiene valor alguno, una niebla espesa se interpondrá entre el nuevo yo y el viejo yo, dejaremos de ser lo que habíamos sido alguna vez, acabamos de subir un escalón más en esa larga escalera que nos conduce a la luz de la liberación.

El destino ordena y manda que bajo el dominio del auto-engaño, no hay otro camino que el ya escogido, y no hay más carga que la carga, pues obligado estará en el recodo, volverla a llevar, no sólo la que ha elegido para sí, sino la atribuida por su devenir, pues esa fuerza es el karma, es quien lo mantiene consciente, vivo y en consecuencia, las circunstancias de su existencia le obligará a llevar las dos cargas, pues no hay donde elegir y es mejor enfrentarlo a la primera.

Todo aquel que quiere liberarse de su carga, considera que tiene el derecho a elegir, pero en realidad, se elige una sola vez y se hace ante Dios y antes de nacer.

Para transitar el camino es mejor aprender con la alegría del corazón que está abierto hacia el conocimiento, aprender de la asignatura de la vida en la que nos hemos matriculado, totalmente ignorantes en esta vida donde nos encontramos, sin manual de instrucciones ni mapa ni brújula ni GPS, la vida es un inmenso océano tenebroso y a la vez fascinante, aprender a manejar los aparejos, navegar mirando a las estrellas, conocer a los vientos por su nombre, nada hay más acertado que ser autoinstructor de uno mismo y navegar por ese océano para disfrutarlo.








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