AUTOR DEL BLOG DE LA UNIVERSIDAD DE DOGOMKA

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El cielo me ha fascinado desde que tuve uso de razón. A los 13 años de edad realicé un trabajo acerca del Sistema Solar en la escuela y gané un premio junto con mis compañeros Juan, Eugenio, Fernando y Modesto, mi tía Paqui me obsequió con mi primer libro de astronomía, escrito por José Comás Solá, estudiando este libro, nace mi vocación por la astronomía. Cada noche salía al campo para identificar y conocer las estrellas, solía llevar conmigo unos binoculares y pasaba largas horas viendo el firmamento. Mi madre me regaló mi primer telescopio. Me formé como matemático y estudié complementos de astronomía posicional y astrofísica teórica, colaboré escribiendo artículos tanto en inglés como en español para tres revistas: «Sky and Telescope» (EE.UU.); «The Astronomer» (R.U.) y «Tribuna de Astronomía» (España) entre 1982 y 1988. Actualmente tengo 60 años y estoy estudiando un posgrado sobre Historia de la Ciencia y la Tecnología, Filosofía de la Ciencia y Lógica en la UNED, estoy prejubilado.

viernes, 3 de julio de 2009

El poder del oyente

Una lección cada día
¡Qué maravilloso es tener una experiencia que te haga crecer, dada día!

Eso mismo viví ayer por la mañana.
Estaba en el consultorio médico y llegó un señor de unos cincuenta-y-tantos, su horario de entrada: Las diez menos cuarto. Cuando fue a preguntar, una señora mayor le dijo que tenía esa hora, y también otra señora desde la otra punta, le gritó...que también tenía esa hora.
Todos dejaron de escuchar...... Porque cada uno tenía su propio monólogo y cada uno pensaba para sí que tenía totalmente la razón y le estaban tratando injustamente. Cómo comenzó a degenerar la situación que las palabras no sirvieron para nada, pues nadie las escuchaba, y creo que ni las entendía... ofuscados en el odio, en el inmenso odio que nos tenemos a nosotros mismos por no ser más malos de lo que ya somos...

Este señor actuó de forma irrespetuosa, pues creía que ambas mujeres le estaban engañando. La señora mayor le mostró su tique... "Ud. entrará después de mí, su hora son las 10 menos 5..." A todo esto, con comentarios un tanto salidos de tono y algo ácidos, hasta que la otra señora que estaba siendo totalmente ninguneada y además no tenía ni siquiera el derecho a la presunción de la inocencia, acabó enfadándose ¡y de qué manera!
Me dí cuenta que a veces, los nervios nos traicionan y actuamos como no creemos que lo hacemos.
Nunca hagas algo de lo que después sientas vergüenza de tí mismo, y eso sentí ayer, que no debía "entrar al trapo".
El Sr. me tomó de testigo y yo con palabras suaves y casi inaudibles, comencé a hablar con él y le expuse lo más diplomáticamente que me fue posible que el error había partido de su actitud, y lo bueno es que tardó un poco, pero finalmente se dió cuenta que con el mal carácter no se consigue nada, trató de disculparse a la señora, pero ésta estaba dijustada con él ¡Y conmigo!

Aprendí que...

1. Es mejor pensar que no tenemos la razón y podemos errar, por lo tanto hay que comprobar primero, y escuchar a los demás.

2. Si te crees una persona digna, el respeto debe de formar parte de tu equipaje de mano, y lo mejor es que si aprendemos a respetarnos a nosotros mísmos, los demás ya lo harán, pues verán en tí, autoridad.

3. Los malos modos generan conflictos, los malos modos denotan que algo en nosotros no funciona como debería, y deberíamos tomar control de nuestras emociones, para no estrellarnos en el primer precipicio que encontremos.

4. La mayor habilidad que se puede conquistar es pasar del enfado a la alegría y del odio al amor, en unos pocos segundos.
5. La pruedencia nos invita a ser los últimos en hablar si es que hay algo bonito que decir.
Nunca hables si lo que vas a decir, no es amable, si lo que vas a decir, entristece, si lo que vas a decir, perjudica -Proverbio árabe, de las Mil y una Noches-

Ayer me ví a mí mismo reflejado en este señor, y yo no quiero ser como ese señor, pero él tampoco quiere ser así, según me confesó. Me gustaría que me filmasen por un día entero sin que yo lo supiese, no puedo imaginar lo que aprendería de mí mismo al visionarlo, cuantas cosas reprobaría y cuántas me harían sentir como a un Dios, porque no somos ni mejores ni peores, somos seres humanos y tenemos la capacidad de superarnos y lo mejor de todo, es darnos cuenta a tiempo.