Cuando tenía 11 años comencé a crear un idioma artificial, al que llamé wénziko (vénsico), wénziko viene de la palabra wenziköö /vensikjuú/ que significa "diferente, innovado, creado". A lo largo de mi vida, este idioma se ha ido enriqueciendo con los idiomas que he ido aprendiendo y que hoy en día, se hablar: Español, Inglés, Portugués, Italiano, Griego moderno, Ruso y de otras influencias: Latín, Griego antiguo, Sánscrito, Alemán, Holandés, Árabe clásico, en una mezcolanza personalizada para uso propio pero con vocación universal (al estilo del esperanto).
Cuando me leyeron el pasaje bíblico del libro del Génesis, capítulo 11, nunca entendí que Yahvé no tuvo suficiente con enviar un diluvio universal y matar todo lo vivo que había creado para dejar a unos pobres desgraciados vivos y con los mismos defectos genéticos heredados de sus ancestros ahogados para que partiesen desde cero o peor aún, sin un paraíso terrenal, que encima nos tuvo que confundir con los lenguajes para evitar que fuésemos tan dioses como Él.
Algo me hizo rebelarme contra lo que Yahvé dispuso en su día, y entendí que la mejor manera de resolver los problemas del mundo es creando un idioma artificial basándose en la mayoría de los idiomas utilizados en el mundo, aunque, ni el Chino ni el Tagalo, entran en el wénziko, si entran, idiomas de otros mundos como el dogonés (conozco cuatro idiomas dogomkienses) para ser actualmente el idioma dogowénzik.
En entregas mensuales y regulares, en breve, iniciaré un curso de dogowénzik escrito.
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